El mismo día en que se cumplían 150 años de los hechos revolucionarios en los que Béjar tuvo un gran protagonismo, el Centro de Estudios Bejaranos y la Asociación Béjar 68 cerraban sus jornadas de estudio con un concierto conmemorativo, que constituyó en sí mismo un acontecimiento histórico, porque con este motivo se han recuperado y dado a conocer una serie de piezas de aquella época, que desde hace más de un siglo permanecían mudas en los estantes de los archivos. Las encargadas de darlas a conocer al público bejarano fueron Caridad Argente Pereira (voz y piano) y Marina Fernández Rueda (piano).
En un Teatro Cervantes lleno, Caridad interpretó al piano La Libertad de Manuel Albasanz, una tanda de seis valses dedicados a los principales lugares que protagonizaron la revolución, entre los cuales está el titulado Béjar. Como complemento a los disparos y “vivas” que sugería la obra, “la artillería” y los “gritos del pueblo” estuvieron también presentes gracias a la colaboración de Fernando y Pablo Muñoz, componentes del grupo de rock “Diacepam” de Béjar y de un grupo de alumnos del IES “Ramón Olleros”, junto con su profesora Rocío Alcubierre. Después se interpretó música de Francisco de la Riva (1816-1876), marqués de Villa-Alcázar, excelente pianista y compositor aficionado, que fue alcalde liberal de Salamanca, entre otros muchos cargos. Como colofón de la parte de música recuperada, pudimos escuchar dos nanas pertenecientes a La cuna real, que el salmantino Martín Sánchez Allú (1823-1858) dedicó a Isabel II con motivo del nacimiento de la Infanta Isabel.
El resto del concierto presentó música habitual en los programas actuales y también en los de aquella época revolucionaria en que en España brilló la zarzuela y en el resto de Europa la música para piano. Hubo dos romanzas de zarzuela, una de El Barberillo de Lavapiés de F. A. Barbieri y otra de La Tempranica de Gerónimo Giménez y, finalmente, Marina interpretó un estudio de Chopin y dos piezas de Años de peregrinaje de Lizst, todas de gran dificultad técnica y expresiva, que la joven intérprete dominó con maestría mientras en el Cervantes reinaba un absoluto silencio.
En resumen, fue un magnífico concierto, que reunió obras del entorno de “La Gloriosa”, que sólo conocían nuestros antepasados, junto con piezas hoy completamente consagradas. Y hay que resaltar la maestría de estas dos intérpretes, entre las cuales existe una gran compenetración, pues Caridad, además de excelente soprano y pianista, fue la primera profesora de piano de Marina, reconoció enseguida su talento y la guió hacia este camino en el que esta joven bejarana ha ganado ya varios premios nacionales e internacionales.
Josefa Montero García